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V. de la Antigua y Siete Dolores

El pintor y tratadista Antonio Palomino (1653-1726), en su pionero apunte biográfico sobre Pedro Roldán (1624-1699), la única escultura de carácter procesional que cita de su amplio catálogo es la de esta Virgen dolorosa, afirmando ser “la devoción de toda Sevilla”. Conocida también bajo la advocación de Nuestra Señora de la Antigua, Siete Dolores y Compasión, era la titular mariana de una ilustre y pujante cofradía de penitencia establecida en su capilla propia del compás del convento dominico de San Pablo, hasta que después de la extinción de su hermandad a comienzos del siglo XIX, fue llevada al interior de la iglesia del referido cenobio, hoy parroquia de Santa María Magdalena, donde se conserva. Su atribución a Pedro Roldán, que nunca ha podido respaldarse documentalmente, se ha mantenido mayoritariamente hasta nuestros días, pudiendo fecharse su ejecución en el tercer cuarto del siglo XVII.

El historiador de las cofradías sevillanas José Bermejo y Carballo nos ofrece la siguiente descripción de la misma en 1882: “De rodillas, con las manos cruzadas, la cabeza levantada y los ojos fijos en el cielo, es como se ostenta esta Madre amante. La aflicción, la angustia, el dolor más acerbo se ven retratados en su semblante, escitando compasión y lástima en los corazones cristianos, a la vez que dolor y sentimiento, pues recuerda que sus penas las causaron nuestros pecados, y que las renuevan a cada paso nuestras ingratitudes y miserias”.

Escultura de talla completa y estatura natural, el amplio y profundo plegado de su ropaje casa con la habitual técnica de talla de Roldán, de la misma forma que, desde el punto de vista compositivo, resultan convincentemente barrocos los giros contrapuestos que describen la cabeza y las manos, así como la potente diagonal que se genera al adelantar la pierna derecha arrodillada, bien visible desde ambos costados. Luce un vistoso estofado que resalta sobre el fondo negro de su túnica y manto. Como sucede con otras imágenes pasionistas de Roldán, las lágrimas de la Dolorosa se han pintado con sus correspondientes regueros, evitándose la utilización de elementos postizos.

José Roda Peña