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Cristo del Confalón

A los pies de la nave de la epístola nos encontramos con la capilla bautismal, ocupando el centro de ella una sencilla pila de bautismo, obra anónima del siglo XVII proveniente de la antigua sede de la parroquia de Santa María Magdalena, cuyo templo, destruido durante la Invasión Francesa, se levantaba no muy lejos de aquí, en el solar que ocupa la cercana plaza del mismo nombre. En esta pila fue bautizado el pintor Bartolomé Esteban Murillo el 1 de enero de 1618, quedando un recordatorio de este acontecimiento, con motivo de su tercer centenario, en una lápida marmórea colocada en el muro sur de la capilla. Constituye esta pila un testimonio de la permanencia en el tiempo de la parroquia como comunidad cristiana fiel al Evangelio.

En el frente de la capilla, sobre el muro oeste y cobijado por un dosel de damasco rojo, se encuentra el Cristo de Confalón, atribuido por el profesor Hernández Díaz al escultor francés Nicolás de León (activo en Sevilla de 1524 a 1547), fechándose en 1536. La escultura presenta las características propias de los crucificados de la primera mitad del siglo XVI realizados por artistas alemanes o franco-borgoñones, en los que se aúnan el estilo expresionista, doliente y dramático de sensibilidad germánica en su rostro con la búsqueda de la belleza y el naturalismo afines al gusto renacentista italiano que denotan su paño de pureza en forma de venda ceñida al cuerpo y la configuración anatómica del torso. El Cristo mide 1,54 m y está sujeto con tres clavos a una cruz plana con la superficie imitando carey y con cantoneras doradas. Esta imagen en el pasado gozó de gran devoción y fue incluso titular de una hermandad ya extinguida, llamada de la Vida de Cristo y Confalón, constituida por sacerdotes que le rendían culto, amén de realizar obras de misericordia y redimir cautivos. Tenía en este convento de San Pablo su capilla propia con retablo, que es donde en la actualidad reside la Virgen del Amparo.

Acompañan al crucificado dos imágenes barrocas talladas y estofadas del siglo XVII y de discreta calidad de San Juan Evangelista y la Virgen Dolorosa formando una composición típica de Calvario.

En el muro norte de la capilla hay una pintura del Bautismo de Cristo, tema muy característico del lugar en que nos encontramos, que el profesor Enrique Valdivieso atribuye como obra de la segunda mitad del siglo XVII a Juan Simón Gutiérrez (1634-1718), pintor del circulo de Murillo, presentando este lienzo, así como toda su producción, una gran influencia del genial maestro sevillano.

Pedro Manuel Fernández Muñoz