En el intradós de la bóveda de la sacristía, Lucas Valdés pintó hacia 1710 tres amplios medallones pictóricos unidos en conjunto a base de roleos y encuadres geométricos.
En el medallón central se aprecia la Alegoría de la Encarnación, pintura en que, a pesar de su título, no aparece la Virgen, pero sí el propio Niño Jesús sobre la bola del mundo señalando una diadema de estrellas sobre su cabeza, mientras los ángeles lo contemplan con los atributos de las letanías marianas en sus brazos: pozo, espejo, lirios, olivo, templo, torre y palma.
La inscripción que la acompaña es “Verbum caro factum est”. En los medallones laterales se disponen, por un lado, La Conversión de San Pablo, con la aparatosa caída del caballo del santo ante la visión de Cristo Resucitado y con la inscripción “Domine quid mevis facere”, y por otro, La apoteosis de San Pablo con la subida al cielo del santo a caballo transportado por ángeles, cuya leyenda reza: “Raptus est in paradisum”.
Álvaro Cabezas García