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Familia de la Virgen

Este conjunto es producto de la adición en la segunda mitad del siglo XVIII de la efigie de San Joaquín, momento en el que se policromaron y estofaron de nuevo las dos esculturas femeninas del grupo original, como evidencia la profusión de rocallas de su indumentaria, concebidas originalmente para representar la escena de Santa Ana maestra de la Virgen.

Propiedad de la Orden de Predicadores, parece que estas esculturas siempre estuvieron en la iglesia conventual, hoy parroquia. Tradicionalmente se han relacionado la Santa Ana y la Virgen niña con el quehacer de Francisco Antonio Gijón, si bien actualmente se mantiene la cautela en cuanto a esta atribución por falta de documentación y la distancia que presentan sus rasgos formales con los habituales en el maestro utrerano, aunque se acepta como marco cronológico el último cuarto del siglo XVII. El San Joaquín se ha adscrito a las manos de Cristóbal Ramos, algo que tampoco ha sido confirmado documentalmente, si bien se propone su hechura para la segunda mitad del siglo XVIII.

La iconografía de Santa Ana maestra de la Virgen fue introducida durante el siglo XVII y no estuvo exenta de polémica, ya que suponía una falta de decoro aceptar que la Virgen en su perfección inmaculada hubiera de necesitar lecciones de su madre. Este asunto iconográfico tuvo un desarrollo nada despreciable precisamente a partir de un grupo escultórico, hoy perdido, que pertenecía a la vieja parroquia de Santa María Magdalena. La inclusión de la imagen del pastor San Joaquín probablemente obedezca a un nuevo planteamiento en el significado del conjunto.

Pedro Manuel Martínez Lara