Los pilares son parte esencial de cualquier iglesia como elementos estructuralmente necesarios para su sostenimiento. En los de la parroquia esta función se ve amplificada por la aparición en los mismos de unos simbólicos personajes, los apóstoles, considerados pilares de la Iglesia.
En el tramo de nave recientemente liberado de andamios, también se ha actuado en la recuperación de la decoración pictórica de estos pilares, siguiendo un proceso similar al que se está efectuando sobre otros elementos como ya se ha comentado en anteriores publicaciones a este respecto, aunque hemos de indicar, que estos apóstoles, a nivel general, se encontraban en mucho mejor estado de conservación.
La cara de los pilares que se ha beneficiado de esta restauración dispone a San Juan Evangelista, mirando hacia los pies del templo, mientras que hacia el presbiterio queda orientado Santiago el Menor. La autoría de estas imágenes oscila entre Clemente de Torres y Lucas Valdés.
La presentación de los apóstoles se estructura en la aparición de arquitecturas fingidas en perspectiva con pedestales que simulan yeserías, de las que cuelgan telas a modo de guirnaldas, mientras que en la zona central se dispone una hornacina para exhibir a la imagen del santo.
San Juan Evangelista, con la habitual fisonomía juvenil, está lleno de un formidable dinamismo en la pose a lo que le acompaña la aparatosidad de sus ropajes. Se muestra exorcizando el cáliz con el que intentaron envenenarlo. Se trata de un ejemplo de gran belleza en el conjunto.
Santiago el Menor, figura con un libro y con el bastón de batanero. Con el primero se le identifica como autor de una de las cartas apostólicas del Nuevo Testamento; el segundo es el instrumento de su martirio, por el cual entregó su vida por la Fe. Se trata de una representación más sosegada que la del compañero, cargado de una mayor agitación y dinamismo.
Encima de cada apóstol se disponen ángeles volanderos que portan filacterias en las que podemos leer en latín, distintos fragmentos del Credo, haciendo así hincapié en la consideración de los apóstoles como verdaderos pilares de la Iglesia y soportes vivos de la Fe.
En definitiva, con la restauración en la que se han visto implicadas estas dos representaciones de los apóstoles, se nos permite reconocer el alcance y su comparación con las que están a la espera de su turno, y se potencia así su función simbólica dentro del conjunto del templo.