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Un templo misionero

Formador de misioneros

Los padres dominicos, con una tradición evangelizadora de siglos y con la formación intelectual de sus centros de Estudios Generales y Universitarios, pronto se sintieron preparados para evangelizar los territorios recientemente descubiertos.

Con ello, el Convento de San Pablo el Real adquirirá desde inicios del s. XVI una gran proyección misionera, hacia América y Filipinas, lo que vendrá propiciado por su enclave en Sevilla, puerta y puerto de América, y por ser erigido como Estudio General en 1504 y Universidad en 1552, mediante bula del Papa Julio III. Entre sus muros serán cientos los dominicos que o bien realicen sus estudios como novicios especialmente formados para la acción evangelizadora en tierras de misión o bien convivan durante meses a la espera de poder embarcar hacia el Nuevo Mundo.

La creación de la Provincia Dominica Bética o de Andalucía, en 1514 por el Papa León X, le asigna los territorios de «las Andalucías, el Reino de Murcia, la Mancha, la mitad de Extremadura, Canarias, Orán y las vastas regiones de Indias«. En 1518, el capítulo General de la Orden ordena que el Convento de Santo Domingo de la Española y todos los conventos y lugares en las islas descubiertas en el Nuevo Mundo dependan del prior provincial de los dominicos de Andalucía, con sede en San Pablo el Real, lo que afianzará aún más sus vínculos americanos.

La Provincia de Andalucía nace con vocación americanista y misionera y a ella confía la Orden el cuidado y gobierno de cuantos dominicos pasan a Indias. La Provincia de los dominicos de Andalucía, escribe Herrera, un cronista del siglo XVII, se «debe reputar madre de todas las provincias que con el tiempo se fueron fundando en Indias porque todas ellas se fueron fundando en territorio que perteneció a Andalucía«. Sería, pues, desde la Provincia Bética desde la que se predicaría el Evangelio en los nuevos territorios descubiertos, y de su labor nació la expansión de la Orden en América, donde se irán creando otras provincias, como Santa Cruz de la Indias en 1530 o Santiago de México en 1532, que surgieron de la Provincia de Andalucía.

No han faltado quienes han visto reflejada esta singular vinculación americana incluso en algunos elementos ornamentales diseñados por Leonardo Figueroa en la construcción de la actual iglesia del extinto Convento de San Pablo, identificando, entre otras, las cariátides de la linterna de la cúpula con figuras amerindias.

Los primeros misioneros

El cardenal y arzobispo de Sevilla fray García de Loaysa (1480-1546), General de la Orden, confesor del emperador Carlos V y presidente del Consejo de Indias, será el encargado de organizar desde la corte las expediciones a Canarias y al Nuevo Mundo. Tras de obtener la Orden Dominica la Real Cédula de 11 de febrero de 1509, que concedía el pase a Indias de quince religiosos y tres personas laicas, será su hermano mayor Fray Domingo de Mendoza y Loaysa quien promovió los primeros viajes misioneros, saliendo desde Sevilla y, por tanto, del convento de San Pablo el Real.

La primera misión de los dominicos en América llegó a La Española (Santo Domingo) en septiembre de 1510. Formaban esta misión los frailes Pedro de Córdoba, Antonio Montesinos, Bernardo de Santo Domingo y el hermano cooperador Domingo de Villamayor. A finales de diciembre de 1510 llegan cinco frailes más: Tomás de Fuentes, Francisco de Molina, Pedro de Medina, Pablo de Trujillo y Tomás de Berlanga.

El promotor de estos primeros viajes misioneros fue, tal y como se ha señalado, Fray Domingo de Mendoza y Loaysa, Vicario Provincial de la Orden, quien se embarcará nueve meses más tarde con otros seis dominicos para completar el número de misioneros permitidos por la Real Cédula.

Siguieron a esta misión otras muchas, de manera que diez años después los dominicos se habían extendido por La Española, Puerto Rico, Cuba, Jamaica, Margarita y el norte de Venezuela. En 1526 entran en México, extendiéndose enseguida a Guatemala, todo Centro América y el norte de Colombia.

Misioneros vinculados a San Pablo el Real

Muchos fueron los misioneros vinculados al Convento de San Pablo el Real de Sevilla. De entre ellos destacamos a fray Antón de Montesinos, fray Bartolomé de las Casas y fray Domingo de Santo Tomás.

Fray Antonio Montesinos, (Andalucía 1475 – Venezuela 1540) es uno los frailes que en 1510 formó parte del primer grupo de misioneros dominicos que se embarcaron con destino al Nuevo Mundo. Procedente del Convento de San Esteban, de Salamanca, su vinculación con nuestro convento de San Pablo se debe a su estancia en él hasta su embarco a América. Suyo es el famoso sermón de adviento de 1511 en defensa de los indios y que fue el primer grito de justicia que se escuchó en América. Ante las autoridades gubernamentales, conquistadores, encomenderos y colonizadores, protestó con toda su fuerza:

Para daros a conocer vuestras faltas hacia los indios he subido a este púlpito, yo, la voz de Cristo que clama en el desierto de esta isla… Esta voz dice que estáis en estado de pecado mortal, que vivís en él y en él morís, a causa de vuestra crueldad hacia una raza inocente. ¡Decidme qué principio, qué justicia, os autoriza a mantener a los indios en una tan horrorosa servidumbre! ¿Con qué derecho habéis emprendido una guerra atroz contra estas gentes que vivían pacíficamente en su país? … Pues el trabajo excesivo que les exigís, les agobia, les mata, o más bien, sois vosotros los que los matáis, al pretender tener vuestro oro todos los días. ¿Y qué trabajo os tomáis para instruirlos en nuestra religión…? ¿Acaso no son hombres? ¿Acaso no tienen una razón y un alma…? «¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad hacéis tan detestables guerras? ¿Es que los indios no son hombres? ¿Es que no son racionales y libres? ¿Es que no estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos?».

Fray Bartolomé de las Casas, (Sevilla 1474-Madrid 1566) llega a La Española en 1502 como colono. Fue encomendero y participó en la represión de las insurrecciones indígenas. Se afirma que fue el primer sacerdote ordenado en América. Las protestas de los dominicos que denunciaban el maltrato a los indígenas cambiaron su vida. En un sermón predicado el día de la Asunción de María en 1514 denunció la iniquidad de todos estos procedimientos y renunció a cuanto había obtenido.

En 1515 regresa a España para exponer en la Corte la situación de los indígenas. Defiende que España y las Indias formaban una unidad y que el deber y la razón de la colonización es llevar la luz del Evangelio. Sostenía lo ilegítimo de toda forma de violencia con los indígenas, y comenzó a predicar la obligatoriedad moral de devolver a los indígenas todo lo que se les había arrebatado.

En 1522 ingresa en la Orden de Predicadores. En su memorial al Carlos I en 1542 pide “que se declare a los indígenas como súbditos y vasallos libres que son, y ningunos estén encomendados a cristianos españoles” (Los dieciséis remedios para la reformación de las Indias).

Ordenado obispo en el Convento de San Pablo el Real de Sevilla, fue nombrado obispo  de Chiapas en México en 1543. Tras dirigirse a Sevilla en 1552 para organizar una expedición de misioneros dedicó sus horas libres en el Convento de San Pablo a consultar libros y manuscritos de la Biblioteca de Hernando Colón a fin de completar y reelaborar su Historia de Indias e imprimir numerosos tratados, entre los cuales destaca la Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias. Es considerado el Apóstol de las Indias y el precursor de los Derechos de Gentes.

Fray Domingo de Santo Tomás (Sevilla 1499 – La Plata 1570) ingresó al Convento San Pablo el Real de Sevilla en 1520. Veinte años después llega al Perú como misionero.

En su contacto con los indígenas aprendió su lengua y escribió la primera Gramática o arte de la lengua general de los indios de los reinos del Perú y el primer Lexicón o Vocabulario de la lengua general del PERU, trabajos por los que recibió el apelativo de “Nebrija indiano”.

Son las primeras obras impresas en la lengua quechua. Sus obras tenían una doble finalidad: ayudar a otros religiosos para transmitir el mensaje del Evangelio en la lengua quechua y reafirmar la humanidad y la capacidad racional de los nativos al manejar una lengua de civilización.

Colaboró decididamente en la creación del Estudio General, base de la Universidad de San Marcos, de Lima. Durante el año 1549 participó en la tasación de los tributos con la finalidad de limitar la sobreexplotación de los indígenas, en cuya defensa colaboró estrechamente con Fray Bartolomé de las Casas.

Fue consagrado obispo en la iglesia de Santo Domingo de Lima por el arzobispo Loayza, el 26 de diciembre de 1563 para la sede episcopal de la ciudad de La Plata donde fallece en 1570.

Basten estos tres ejemplos de misioneros que, con su esfuerzo evangelizador y a pesar de las presiones y amenazas por los intereses políticos y económicos, no se amedrentaron ni cambiaron su actuación, pues su doctrina era fruto del estudio de la Verdad que unió el Evangelio al derecho de gentes.

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